Cuando hay un RUIDO FUERTE empiezo a decir cosas sintiendo que magicamente tengo el poder "sobrenatural" de ser invisible y de que nadie pueda oír lo que estoy diciendo.
Son dos mundos distintos pero que se unen a la vez: El "Sometimiento" y la "Libertad".
El RUIDO es tan fuerte que te somete a soportarlo de todas maneras, no hay nada más que escuchar, alterarse y girar el valiosisimo presente entorno a ese ruido espantoso.
Pero a la vez es libertad porque sentis que todo se desvanece, sentis que perdés importancia en lo qu ete rodea; te olvidas hacia donde ibas, vas o irás; te olvidas lo que dijeron, dicen y dirán de tí; te olvidas de las personas que, alguna vez dijiste eran los más importantes de tu vida.
Entonces allí surge la necesidad de ser "La Nada Misma", y gritarle al viento que sos como él: que va y viene, que atravieza todo, que sube y baja... Pero de repente, como todo castillo que se construye en el aire, se cae como uno hecho complejamente con naipes encimados piramidalmente.
El RUIDO ya terminó. Sos libre del sometimiento, y preso de tu rutina... Como un eterno "Nuevamente Bienvenido, Señor" de la abrumadora servidumbre.
[Escrito Propio]
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